Juan Carlos García Ortiz, atleta chestano habituado a pruebas de notable exigencia física y mental, ha regresado a España tras participar en la reconocido y temido MIUT 2018 (Madeira Island Ultra Trail); una carrera de 115 kilómetros y un desnivel positivo de 7.200 metros que se caracteriza por largas subidas y bajadas, en un terreno muy técnico (escaleras, raíces, sendas embarradas), pero por un paisaje totalmente espectacular.
Una vez en casa, García ha iniciado el pertinente proceso de recuperación a fin de iniciar cuanto antes la preparación de los nuevos retos. Echando la mirada hacia atrás, nos comenta que el MIUT es una prueba que forma parte del Ultra Trail World Tour (que recoge un conjunto de carreras significativas, pintorescas y/o destacadas). La competición arrancó el sábado 28 de abril a las 00:00h desde Porto Moniz, en el extremo noroeste de la isla, para recorrer a través de la «columna central» de la misma llegando a Machico en el extremo sureste de la misma. Así se hacen 115km y un desnivel positivo de 7200m (y similar en negativo) en un terreno muy técnico, plagado de escalones, escaleras, zonas rocosas, raíces y barrillo.
La salida desde Porto Moniz es espectacular, ya que 900 corredores parten desde el nivel del mar y en el primer kilómetro ya se hace una subida a través de una calle totalmente vertical que lleva en pocos kilómetros hasta una cota de 400 metros.
Como nos comenta Juan Carlos, «durante la noche hubo luna llena y el reflejo del mar desde lo alto del monte es espectacular. Pero aun más la bajada de nuevo a nivel del mar por una senda en zig-zag donde las luces de los frontales de los corredores crea una serpiente de luz muy espectacular. A partir de aquí ya comienzan los desniveles serios de carrera, con una subida al Fanal (un altiplano espectacular) con 1100m de desnivel acumulado, al principio por calles totalmente empinadas y luego ya por una senda muy bonita, por un bosque totalmente cerrado con unos árboles enormes. Con esto se llega al primer punto de control donde se produce una bajada también vertical de 900m de desnivel muy técnica, con saltos y escalones muy altos y donde comienza nublarse el cielo. La zona norte de la isla es muy húmeda y el barrillo en las rocas hace ir con mucha cautela ante posibles resbalones aunque al estar todavía frescos hace que la atención esté todavía a tope. Así se llega a Ribera de Janela donde comenzamos de nuevo una de las subidas más duras conocida como Estanquinhos y que tiene un desnivel positivo de 1300m. Los primeros kilómetros de ascensión son muy duros, con escalones de incluso 80cm que dificultan el avance y para colmo se ha nublado y comienza a llover, primero débilmente pero luego lo hace con fuerza y mantenido. Subiendo no es problema, pero luego las sendas ya de por si húmedas y con barro comenzarán a ponerse peor ya que también el barro se revuelve con el paso de los corredores. En esta subida pasamos por la reserva de Laurissilva, de la cual en Madeira quedan el 90% de ejemplares del mundo, es totalmente espectacular. La bajada de Estanquinhos se me hace complicada, no manejo bien el barro y me llevo muchos resbalones y caídas, que hacen rebajar extremadamente mi ritmo al no tener la confianza necesaria para bajar y llegando justo al punto de control de Rosario amaneciendo. La lluvia continúa y de nuevo tenemos una sección de varios sube-bajas donde se acumula bastante desnivel, en general no son subidas muy duras ni tampoco las bajadas, excepto una sección de 300m a través de un tubo de canalización de agua totalmente vertical y donde se sube paralelo a él teniendo incluso a veces que usar las manos para avanzar por la pendiente. Justamente en esta sección, para de llover y comienza a entrar un fuerte viento que despeja las nubes en menos de 1h, tenemos Sol pero el frío en los altos es notable. Afrontamos bastante enteros la espectacular bajada al Curral das Freiras, punto de control intermedio en carrera en el kilómetro 60 y acumulando ya 4400m de desnivel y donde la organización puede llevarte una mochila con ropa y material de cambio e incluso permite la ducha de los participantes. Como he caído varias veces decido ducharme y cambiarme la ropa para así afrontar mejor la segunda parte, donde se tiene la subida más dura de la carrera con un desnivel de 1400m en 10km hacia el mítico Pico Ruivo. La subida es dura, y más tras a ver comido en el avituallamiento. En el valle hace calor pero a medida que vamos subiendo la temperatura va bajando hasta llegar a los 4º en la cota más alta de 1810m. Aquí enfilamos el espectacular sendero aéreo desde el Pico Ruivo a el Pico de Arieiro, totalmente colgados de la ladera de la montaña, unos paisajes brutales…me recuerda a la isla de Jurassic Park. Esta zona muy técnica es un deleite para la vista, aunque el cansancio ya se hace notar en la carrera. Además, los participantes de las modalidades ultra (85km) y marathon (42km) se juntan en este tramo pasándote mucho más rápido de la energía que uno tiene. Tras llegar al Pico de Arieiro tenemos una zona de transición que se hace algo larga antes de afrontar una bajada muy técnica a Ribeiro Frio y después volver a subir al pico Poiso donde tendremos un avituallamiento muy bien compuesto. Justamente aquí, en el kilómetro 90, se hace de noche y obliga de nuevo a sacar el frontal. Debido a la cantidad de escalones en subida y bajada comienza a aparecerme una pequeña molestia en la zona de la tibía que me impide correr en los tramos favorables con normalidad y que irá a más con el paso de los kilómetros. Aun así, avanzo relativamente rápido para las condiciones y altura de carrera y me planto en el kilómetro 105 a la altura de Larano, último avituallamiento donde hemos bajado de las zonas más altas a pasar a un sendero tallado sobre la ladera de un acantilado y donde el avance se disfruta escuchando el sonido de las olas romper contra las rocas. De nuevo hay cielo claro y se intuye la inmensidad del océano. Los kilómetros finales ya se hacen encarando hacia la primera ciudad de la isla Machico a través de una senda paralela de una levada (las levadas son las canalizaciones o acequias hechas por los habitantes de Madeira para llevar el agua, la isla está plagada de levadas)  y luego por un par de bajadas para rematar a campo a través muy verticales que hay que tomar con cuidado debido al terreno y al cansancio, entrando así directamente pegado al paseo de la playa de Machico en línea de meta tras algo más de 26h. Una carrera durísima pero totalmente espectacular, una isla con unos paisajes de escándalo que a veces recuerdan a películas como Jurasic Park o Avatar», explica el experimentado atleta de Cheste.

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